108 La corrupción en desastres y emergencias socioambientales en américa latina y caribe Beck (1996, p. 12) sostiene que vivimos en "la sociedad del riesgo", la que se origina allí "donde los sistemas de normas sociales fracasan en relación con la seguridad prometida ante los peligros desatados por la toma de decisiones". Peligros que "desbordan los fundamentos de las representaciones sociales respecto a la seguridad". Sobre esta perspectiva, en la década de 1990 comienza a instalarse en la agenda internacional lo relativo al riesgo de desastres. Ante ello y para ir fortaleciendo la temática en las agendas de gobierno, se generaron instrumentos que acompañan a los gobiernos para hacer frente a los riesgos de desastres que provocan incertidumbre. Es así que una serie de documentos, producidos desde Naciones Unidas permiten ahondar los compromisos que asumen los gobiernos, y se convierten en los principios rectores en la temática. Cuatro conjuntos de instrumentos internacionales contienen la temática del riesgo de desastres, haciendo del año 2015 el punto de inflexión desde el cual los riesgos son considerados sistémicos. Estos conjuntos de marcos internacionales van: 1. desde la Reunión del grupo de expertos de la Oficina de Coordinación para el Socorro en caso de Desastres (UNDRO, por sus siglas en inglés) hasta el Marco de Sendai; 2. desde la Cumbre para la Tierra hasta la Agenda 2030; 3. desde la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático hasta el Acuerdo de París; y 4. desde Hábitat I hasta la Nueva Agenda Urbana. El Informe de Evaluación Global sobre la Reducción del Riesgo de Desastres 2022 (GAR2022)[1] se plantea cómo pueden evolucionar los sistemas de gobernanza para abordar mejor los riesgos sistémicos del futuro. Sostiene que, en este mundo interconectado, los impactos de los desastres se transmiten cada vez más en cascada a través de los territorios y las sociedades. Productos como la pandemia de coronavirus (COVID-19) y el cambio climático están dejando claro los impactos que, a pesar del progreso, la creación de riesgos está superando a la reducción de ellos. Esto significa también que no es posible un desarrollo sostenible sin gestionar el riesgo. Ciertamente se plantea que la orientación a la gobernanza de desastres requiere para los gobiernos estructuras organizativas flexibles, nuevos perfiles competenciales de directivos públicos, modificaciones
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