110 La corrupción en desastres y emergencias socioambientales en américa latina y caribe de los factores y las condiciones del riesgo, así como la construcción de escenarios de riesgos, la identificación de los actores que mayor contribuyen a la construcción del riesgo, las posibles soluciones, así como las limitaciones para su implementación, la negociación como camino esencial en la toma de decisiones, y el monitoreo permanente del comportamiento de los factores del riesgo (Lavell, 2002). La gestión del riesgo de desastres involucra a todos los actores de la sociedad en su proceso. Es decir, que la participación social es requisito indispensable en este tema, pero siempre con una coordinación estatal, ya que es el Estado el principal responsable, pero no el único. Es por ello que el enfoque de la gestión de riesgo de desastres supone un gran desafío para los gobiernos, los cuales se ven interpelados cotidianamente por la necesidad de dar respuestas y soluciones a las situaciones de crisis por desastres de origen socio natural y/o antrópico. Estos desafíos implican poner en cuestión dos conceptos claves de la gestión de gobierno: la gobernabilidad y la gobernanza. Lo destacable de la gobernanza es la idea del trabajo mancomunado entre el gobierno, el mercado y la sociedad en dentro de una dirección más horizontal, interactiva y asociativa en la que los actores extra gubernamentales son fundamentales para la gestión del riesgo de desastres. En definitiva, lo que se trata de resaltar es que la gestión del riesgo de desastres es un tema de gobernanza. La participación de actores de todos los ámbitos y niveles es indispensable. En este sentido es que se entiende que, "la buena gobernanza con respecto al aumento de la resiliencia a los desastres y el cambio climático se da cuando gobiernos capaces, responsables, transparentes, inclusivos y receptivos, trabajan junto con la sociedad civil, el sector privado y las poblaciones en riesgo a fin de crear un entorno propicio para mejorar la capacidad de la sociedad" (Turnbull, Sterrett, & Hilleboe, p. 2013). La complejidad que denota la gestión del riesgo de desastres, como una de las políticas que promueven el bien estar de una sociedad, hace necesario un modo de gobierno cooperativo en el que los diferentes actores participan en la elaboración e implementación de las políticas. Es decir, se torna relevante la interacción de los participantes en un entorno dinámico de actuación. La gestión integral del riesgo será viable si existe un trabajo coordinado entre todos los actores, por lo que para que sean eficientes y sostenibles deben sustentarse en:
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