136 Ciudadanía Ética Ecológica en contexto de crisis planetaria y corrupción socio ambiental, se sigue socavando la institucionalidad democrática, y crece el riesgo de la violencia para estatal y la guerra. El crecimiento de la penetración de la corrupción política desde fuera y dentro del Estado, se está dando casi independientemente del tipo de régimen político, aunque es más evidente cuando son regímenes autoritarios o dictaduras. En los países con significativa inversión privada extractivista transnacional (hidrocarburos, metales, madera) e inversión pública en mega infraestructura y con un crecimiento de las economías ilegales, existe una mayor proclividad a la corrupción. Francisco Durand (2018), a partir del estudio del caso emblemático de Odebrecht, el de mayor magnitud en arreglos, colusión y corrupción empresarial en este siglo, revela que ello forma parte de un problema mayor: la captura del Estado a través de financiación electoral, lobby, puerta giratoria, apoyos o favores a políticos, sobornos y hasta las reuniones sociales de confraternización entre empresarios y funcionarios organizadas durante la construcción de las obras de estos megaproyectos. Así mismo que se legisla, aprueba y aplican normas administrativas en la ejecución de las obras a la medida de los intereses particulares, donde los gobiernos de turno y los funcionarios ignoran con frecuencia, sobre todo en los casos de obras públicas, el espíritu de las leyes y su necesaria conexión con la ética, ateniéndose al mero cumplimiento de formalidades para darle un barniz legal a obras con numerosos problemas. Lo anterior ayuda a entender el aumento del descrédito de la democracia y de la política, que va configurando un peligroso desacoplamiento de la ciudadanía realmente existente con la democracia. Estos elementos también fueron muy bien detallados en el libro titulado Crisis y desencanto con la democracia en América Latina, publicado en 2021, por la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL). La situación actual de la democracia en la región es paradójica. Pese a que hoy en día hay muchas más democracias que en el siglo anterior, el encanto inicial que produjo en cada país la ola democratizadora de los ochenta y noventa contrasta con retrocesos y desencantos democráticos actuales. Siendo indudable que hay más países con gobiernos democráticos en América Latina, es también evidente que los niveles de democracia han descendido. Hay más democracias, pero muchas de ellas se han hecho menos democráticas, cuentan con menor apoyo de la población y generan menos satisfacción (Virtuoso, 2021, p. 448).
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